«POR ESO TE ODIO, TE ODIO Y…TE ODIO»: TRUMP A MÉXICO . FOTO: ESPECIAL

Hoy ya no es sorpresivo para el mundo que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, sienta una férrea repulsión por un pergamino de naciones, México aparece en negritas y subrayado en esa lista, tanto por los paisanos que radican en territorio norteamericano, como por quienes aún se encuentran en la nación azteca y tienen en mente cruzar la frontera para alcanzar el tan glorioso «American Dream», incluso no nos sorprenda si el empresario detesta también a aquellos que no están interesados en trabajar en la Unión Americana.

Este señor, como si fuera un Santa Claus, lleva en su espalda un saco vomitando regalos, pero a diferencia de aquel viejo bonachón, Trump guarda en él sus sentimientos racistas, xenófobos, misóginos y nacionalistas, que día con día reparte, eso sí «sin filias, ni fobias» hacia los paisanos mexicanos que han «invadido su país».

Trump ha planteado todo un abanico de causas por las que nuestra simple presencia le causa molestia, pues ha repetido hasta el cansancio que los mexicanos «Traen drogas, traen delincuencia y son violadores» o la intolerancia de no concebir que su principal corredor migratorio es México-Estados Unidos, inclusive que unas 12 millones de personas nacidas en México vivan actualmente en los EU.

Luis Rubio, presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo AC, consideró que es posible que Trump haya quedado resentido por algunos problemas que tuvo con empresarios mexicanos, por el antecedente de la fallida construcción de un resort en Tijuana.

Sin embargo, desde que Donald Trump comenzó a anunciar su candidatura, México supo que éste no sería un camino fácil, pues en sus primeras declaraciones mostró su animadversión por el país y ahora como presidente, tal antipatía la ha traducido en la amenaza de construir un muro que abarque toda la frontera con México, así como su declaración de que EU podría abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

En la de por sí ya árida percepción que Trump tiene de nuestra nación, un «autogol» como el del exintegrante de la prensa nacional, señalado como el responsable de robar el jersey con el que Tom Brady conquistó el Super Bowl LI hace poco más de un mes, ha reventado en una   combinación explosiva, pues en dicho costal de regalos el presidente también guarda una enervante intolerancia hacia la prensa nacional e internacional, que hasta el cansancio ha tachado de mentirosa.

Ahí tenemos un cuadro en el que se dibuja a un Trump más feliz que molesto, a quien se le presentó una oportunidad para presumir que su fobia antimexicanos no es epidérmica, pues la prensa mexicana, aparte de fabricarle «fake news» también es responsable del robo de un jersey.

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