La codicia no conoce límites y los seres humanos tampoco. Si bien es por todos sabido que, como dice la canción de Carlos Coral, al morir solo nos llevaremos «un puño de tierra», parece que muchos de la alta sociedad se empecinan en tener más y ceder menos. El trabajo genera riqueza y es válido ser opulento, pero esto no quiere decir que se deba burlar la ley para sentirse más «billetudo» que el vecino.
Todos salen embarrados en los «Mexican Papers» - FOTO: ASTRO LABIO

La codicia no conoce límites y los seres humanos tampoco. Si bien es por todos sabido que, como dice la canción de Carlos Coral, al morir solo nos llevaremos «un puño de tierra», parece que muchos de la alta sociedad se empecinan en tener más y ceder menos. El trabajo genera riqueza y es válido ser opulento, pero esto no quiere decir que se deba burlar la ley para sentirse más «billetudo» que el vecino.

El sistema demanda pagar impuestos y, mientras más se gana, más hay que tributar a las autoridades. Pero también están los casos en los que recursos ingresados de manera ilegal son enviados a países como Islas Vírgenes y Bermudas para que no sean detectados por el radar de las autoridades.

Porque el «ingenio» hace posible que los adinerados puedan registrar empresas en otros países en donde el cobro de impuestos es nulo. Son los llamados paraísos fiscales de los que el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) dio a conocer que a nivel mundial existen alrededor de 320 mil sociedades creadas bajo esta condición.

Así se destapó la mayor filtración de documentos de la historia, los llamados Panamá papers y en la lista de señalados aparecen un total de 289 mexicanos, número bajo si se compara con los 2 056 de Brasil y con los 1 295 de Argentina. No obstante, esta comparación no nos debe de hacer sentir menos tranzas que nuestros hermanos sudamericanos sino que nos debe de poner a pensar en por qué y quienes son los que conforman la lista.

El responsable de ayudar a los paisanos que se pasan de listos es el despacho Mossack Fonseca, con sede en Panamá –de ahí el nombre–.

Agárrense porque acá va la lista de algunos de los mexicanos que alzaron la mano a la hora de pasar lista:

Emilio Lozoya, exdirector de PEMEX; Ricardo Henaine Haua, socio director de AT Kearney, uno de los despachos de abogados y contadores más prestigiados de nuestro país; Juan Armando Hinojosa, contratista del gobierno federal; Alejandro Gertz Manero, exsecretario de Seguridad Pública; José Antonio Pérez Simón, integrante del consejo de administración de América Móvil; Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca; y Juan Armando Hinojosa, dueño de la empresa Higa –¿alguien dijo Casa Blanca?–.

A este grupo de connacionales se les agregan nombres relacionados con el deporte, la farándula y hasta socios de personajes del narcotráfico como Joaquín «El Chapo» Guazmán y, anteriormente Rafael Caro Quintero; esto demuestra que todos le entran al cochinero sin excepción.

Tal vez los casi trescientos mexicanos implicados son como los habitantes del Viejo Egipto y creen que al morir se llevarán a la tumba algo más que un simple puño de tierra.

 

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