Si hoy te identificaste con esa icónica rola de Tex Tex que dice «el operador me está cobrando de más», es porque a partir de hoy la tarifa del transporte público subió un peso. No fue un abuso del chofer, como los que se presentaron después del incremento en el costo de los combustibles. En esta ocasión, el aumento fue verdadero y con todas las de la ley.
Empecemos por hablar de los casos –no tan raros, porque sí fueron muchos– en los que los miembros de muchas rutas en la capirucha subieron, por su voluntad, la tarifa del pasaje mínimo. Es entendible que si la gasolina había subido su precio, los encargados de trasladar a miles de capitalinos y mexiquenses se vieran en la necesidad de compensar ese desajuste en su economía. Pero no lo hicieron por la forma indicada.
La gran mayoría de los chofs optaron por imprimir en hojas blancas la «nueva tarifa» que ellos creían conveniente implementar. Sin embargo, este no es el procedimiento. Toda tarifa oficial debe estar aprobada –en el caso de la Ciudad de México– por el gobierno capitalino, con la previa solicitud formal que debe presentar la Secretaría de Transportes y Vialidad (SEMOVI).
Aun así, muchos usuarios fueron víctimas de estos abusos. Porque muchos operadores les advertían que no se subieran, si no estaban dispuestos a pagar la nueva cantidad, sin dejarles otra opción, porque entonces cómo se trasladarían a sus escuelas y trabajos. También había casos en los que el pasaje, ya subido en la unidad, era prácticamente obligado a desembolsar los dos pesos de más, situación que ocasionó fuertes intercambios de palabras e incluso algunos pleitos, al por mayor, porque no todos aceptaban esta imposición.
Todos conocemos la pirámide tarifaria, la cual debe estar pegada en una parte visible dentro de las unidades, con las firmas y los sellos correspondientes. Y no en una hoja bond a la que cualquiera puede agregarle un texto en Word.
Esta es la razón por la cual, pese a que el famoso gasolinazo apareció en el primer mes del año, el incremento se está dando recientemente. Porque el procedimiento legal –con la señora burocracia como apoyo– tenía que hacer de las suyas. A tal grado llegó el descontento de los chofs, que tuvieron que manifestarse en las afueras de la SEMOVI para hacerse escuchar y que este incremento se empezara a cuajar.
Era un efecto que, irremediablemente, iba a suceder. Sólo que en el México mágico los tiempos y las reglas son una opción y no una obligación. Así que, a partir de hoy, no nos quedará otra opción que acordarnos del «Toque mágico» y cantar esa parte de la rola, aunque el operador ya no se esté aprovechando realmente de nosotros.
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