El impredecible Donald Trump acudió a California para ver los prototipos del muro fronterizo, su capricho, ese juguete que quiere poner en el patio trasero para diferenciarse y tomar distancia con su vecino que le cae mal. Hago énfasis en el primer adjetivo de este texto: impredecible. El sábado dijo que Peña Nieto estaba loco y hoy aseguró que era «un hombre maravilloso». Ahí va otro ejemplo, hace unos meses criticaba a su canciller Rex Tillerson por mostrar sus intenciones de dialogar con Corea del Norte y hoy lo despidió a unos días de aceptar un encuentro con Kim Jong-un.
Como dijimos, el presidente estadounidense revisó los ocho tipos de muro que las empresas participantes le diseñaron y aprovechó la cercanía con nuestro país no solo para tirarle piropos al inquilino de Los Pinos sino también para declarar que hay candidatos presidenciales «que son muy buena gente» pero que también hay algunos que «no son tan buenos».
No tardó mucho el abanderado del PRI para manifestar su postura, rechazando los muros y negando la injerencia «externa en nuestros procesos electorales». Ternurita. Para nadie es un secreto que los procesos electorales, no en México, en muchas partes del mundo sufren, en mayor o menor medida, una manita extranjera. El más reciente y claro ejemplo fue lo que Rusia hizo en Estados Unidos.
Digo, las declaraciones de Trump por sí solas son injerencistas. Entonces que «Yo mero» no nos venga a querer «chamaquear». La intervención de fuera es tan común como la que se genera desde dentro. Lo mismo que la PGR puede modificar el rumbo de estos últimos meses también lo puede hacer el FBI, con herramientas y alcances disímiles pero ambos entes pueden actuar en este sentido.
Trump no dio nombres pero «a ojo de buen cubero» con protección «antiobtusos» podemos ver que alaba a Peña Nieto y lo califica como «un gran negociador» es porque, si a él le preguntan, le gustaría la idea de que el tricolor siga en el poder. Porque Anaya ha manifestado un discurso «antiyankee», al menos públicamente; y AMLO, con todo y sus vaivenes indefinidos, también se ha mostrado dócil contra las políticas racistas y exclusivas de Washington.
Ahora podemos decir que lo impredecible de Trump en estos temas tiene que ver más con su cargo que con su demencia innata. Sí, como actor político, el magnate sabe que su muro (tema de seguridad), el TLCAN y demás asuntos que lo ligan a México (por capricho de la geografía) se resolverán muy a su pesar cediendo en algunos puntos. Por lo que tener la relación en los parámetros de aceptable es lo más recomendable y, de forma inteligente, le dijo «crazy» a Peña Nieto pero en el mismo discurso dijo que lo respetaba.
No importa si te llamas Estados Unidos, la política es perseguir interese propios pero con fines comunes. Puedes ser una de las naciones más poderosa del mundo y tener un arsenal nuclear único (como lo declaró Trump en su momento) pero el negocio es de dos o más. Esto no quita que el mandatario norteamericano siga metiendo la nariz en las boletas electorales que saldrán a las calles el próximo 1 de julio.
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