Las elecciones del 2018 marcarán un antes y un después en la historia electoral mexicana. Foto: Proceso.

Las elecciones del 2018 marcarán un antes y un después en la historia electoral mexicana. Más allá de que esta afirmación se base en las múltiples candidaturas independientes a la Presidencia de México ―que hasta ahora suman  48―, en que partidos de izquierda y derecha estén constituyendo coaliciones y alianzas ―como la conformada por el PRD, PAN y MC que integran el Frente Ciudadano por México―, y en el hecho de que el PRI no esté arriba en las preferencias electorales, está basada en que en estas elecciones para elegir a quien ocupará la presidencia de nuestro país, por primera vez, aparecerá, en la boleta electoral, el nombre de una persona indígena… Una mujer… Una curandera.

María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy, una mujer que nació en 1963 en Tuxpan, Jalisco,  un pueblo de origen nahua, fue la elegida por el Congreso Nacional Indígena, a sugerencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para ser la vocera del Congreso y así, desmontar el sistema capitalista y construir, como dice la famosa frase zapatista, «un mundo en el que quepan muchos mundos». A diferencia de los partidos políticos mexicanos —incluso de aquellos que se autodenominan de izquierda o progresistas—, el CNI insiste en que su lucha es anticapitalista.

Es decir, el Congreso a través de Marichuy, no busca la presidencia de México; tampoco quieren ser una nueva fuerza electoral o alcanzar algún coto de poder en la esfera política mexicana. Esto debido a que el sistema democrático, para el CNI, no resulta efectivo para emprender los cambios a los que aspiran.

Como lo explica Carlos González, miembro del CNI, lo que quieren es dislocar el sistema político existente: «Las elecciones son por excelencia la fiesta de los de arriba, el espacio y la forma como los finqueros de este mundo construyen y reconstruyen el consenso político que ocupan para seguir acumulando ganancias y poder hasta el infinito. Queremos colarnos en esa fiesta y queremos echárselas a perder hasta donde podamos».

Es decir, la campaña presidencial del CNI busca visibilizar las luchas que se dan a lo largo y ancho del país para buscar crear un proceso de reorganización combativa, que permita el surgimiento de un movimiento político nacional genuinamente anticapitalista.

Por ello, el motivo de la pregunta inicial, una mujer indígena en la boleta electoral, ¿para qué? ¿Para qué buscar entrar a un sistema electoral en el que no confían o creen? Pues para que, desde la máxima tribuna del país en 2018, es decir, en las elecciones presidenciales, hagan visibles las condiciones bajo las que viven miles de personas en los sectores más marginados de nuestra sociedad.

La otra pregunta pertinente en este caso sería, ¿la huella que esta campaña dejará en la política mexicana será más profunda que la que dejó La Otra Campaña en 2005? Ya que esa gira realizada por el Subcomandante Marcos, acompañado de representantes de comunidades indígenas, si bien fue noticia en la agenda nacional, no demoró mucho en desaparecer de los titulares nacionales, así que la campaña de Marichuy tendrá el importante papel de ubicar la agenda anticapitalista en el centro del debate, para la construcción de una nueva realidad para este país.

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Walter Gabriel Estrella Yah