Luego de que se dieran a conocer los resultados de la Prueba Planea que se aplica al 10 por ciento de la matricula total de estudiantes del último grado del nivel medio superior, cuyos resultados fueron desastrosos tanto en matemáticas, como en comprensión lectora, sería importante detenerse a pensar sobre la calidad de la educación que se imparte en las instituciones de educación pública de nuestro país.
Y más que eso, si es que la mentada Reforma Educativa podrá modificar esta tendencia negativa con respecto a los resultados en estas materias tan esenciales. Porque voy de acuerdo en que la Reforma no ha sido aplicada del todo y estaríamos cometiendo un error en juzgarla por los recientes resultados arrojados por la prueba Planea 2017, pero es que no me convence el pensar que trabajando enfocándose en exámenes estandarizados vaya a traer el cambio que hace falta en las aulas.
Claro, hay factores determinantes ajenos al trabajo de las escuelas, como indicara el consejero presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), Eduardo Backhoff, como la pobreza generalizada en la que viven las familias de los estudiantes; situación que también influye en la delincuencia que azota a nuestro país.
En fin, me parece que el problema requeriría de un cambio más radical en la estructura educativa, económica y social de nuestro país. La pauta está dada ante el riesgo de que Estados Unidos ponga fin al Tratado de Libre Comercio y la posibilidad de que el atractivo que nuestros gobiernos presumían a los inversionistas extranjeros (los sueldos de hambre en México) se anule.
Tal vez sería tiempo de impulsar una educación no para saber trabajar, sino para saber vivir; no para servir, sino para colaborar en la conformación de proyectos comunes que beneficien nuestras comunidades, y no que esté basada en resultados de exámenes estandarizados, sino en cualidades más fructíferas, habilidades más terrenales. Pero qué va a ser… puro sueño guajiro.

@Danny_Or0
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