«La palabra vale más cuando se escucha que cuando se pronuncia»: Villoro al recibir Honoris Causa de la UAM
«La palabra vale más cuando se escucha que cuando se pronuncia»: Villoro al recibir Honoris Causa de la UAM Foto: César J.G.

Juan Villoro es reconocido como Doctor Honoris Causa por la UAM.

Para Villoro, primer egresado de la UAM en recibir esta distinción, «una universidad pública debe ser el anticipo del país para el que prepara a sus alumnos».

La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) otorgó el reconocimiento como Doctor Honoris Causa al escritor y periodista Juan Villoro quien, con este nombramiento, se convierte en el primer egresado de la institución educativa en obtener dicha distinción.

En esta ceremonia, que tuvo lugar en el auditorio Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría de la casa de estudios, el escritor estuvo acompañado por Eduardo Abel Peñalosa Castro, rector general de la UAM; José Antonio de los Reyes Heredia, secretario general de la UAM; Darío Guaycochea Guglielmi, secretario de la unidad Lerma de la UAM; Fernando León de González, rector de la unidad Xochimilco; Roberto Javier Gutiérrez López, de Azcapotzalco; Rodrigo Díaz Cruz, de Iztapalapa; Rodolfo René Suárez Molnar, de Cuajimalpa; y la maestra Mónica Bernal Bejarle, profesora investigadora del departamento de filosofía de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Iztapalapa.

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Al iniciar el evento, la maestra Mónica Bernal Bejarle habló de la trayectoria de Villoro y destacó, bromeando, que él fue postulado al Honoris Causa por ser la «única figura pública que sabe llegar a la UAM Iztapalapa en transporte público sin perderse». No obstante, sostuvo que este reconocimiento rebasa todas las anécdotas, ya que, en realidad, se trata de uno de los escritores mexicanos más representativos del panorama actual, un autor muy versátil que cultiva géneros periodísticos como la crónica, el reportaje, la entrevista, el artículo de opinión, ensayo, así como el guion cinematográfico y cuentos infantiles, que le han hecho acreedor a distintos premios tanto nacionales como extranjeros, destacando su trabajo periodístico.

«Durante las últimas décadas se ha convertido en una figura central de la cultura mexicana (…) es destacable su vinculación con los públicos juveniles y universitarios, así como la vitalidad de su obra literaria con los más jóvenes (…) su afinidad al rock y al fútbol, promueve que la lengua española resuene en los espacios reservados a la cultura literaria», dijo la catedrática.

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Por su parte, el rector de esta casa de estudios subrayó que Villoro ha sido «testigo e intérprete de la realidad», destacando que sobre las distintas formas de pensar México, la de Juan, «explora la naturaleza de la sociedad mexicana, sus fenómenos sociológicos, sus cuestionamientos filosóficos, sus manifestaciones antropológicas para reconocer nuestras virtudes y los defectos».

Eduardo Peñalosa citó a Villoro bajo el contexto del mundial de Sudáfrica 2010: «En México no estamos seguros de que el futuro exista, cada alegría puede ser la última». Tristemente, dijo, esta afirmación es más cierta que nunca. Al recordar a la juventud universitaria que estamos a 43 meses de los sucesos de Ayotzinapa y a una semana de la tragedia de los tres alumnos de la Universidad de Medios Audiovisuales de Guadalajara.

En su turno al micrófono, Juan Villoro recordó que la UAM es una institución fundada como respuesta a los hechos que tuvieron lugar en Tlatelolco en 1968, en ese entonces, recuerda, tenía 12 años, y su padre, Luis Villoro, era allegado a quienes presidían el movimiento estudiantil. Su madre, recuerda, solicitó a su padre que se fueran del país, él pretextaba que tenía boletos para llevar al pequeño Juan a las Olimpiadas.

Además, recordó que, en tiempos posteriores a aquellos hechos, devino la apertura del gobierno mexicano a quienes huían de las dictaduras sudamericanas, se impulsó la Guerra Sucia y surgieron nuevas formaciones políticas, nuevas publicaciones y nuevos centros de enseñanza, uno de los más significativos: la UAM, «amparada en un lema que alude a los favores de la memoria y las ilusiones del porvenir, ‘Casa abierta al tiempo’».

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El también periodista culminó su participación agradeciendo a su Alma Mater haberle brindado este reconocimiento, por haberse acordado de él, y a propósito de la memoria, sentenció: «en su Trilogía de la memoria, Sergio Pitol no entiende el recuerdo como un archivo de datos, sino como una cantera imprecisa que debe ser explorada a través de la imaginación (…) etimológicamente recordar significa volver a pasar por el corazón un hecho, un acto intelectual que involucra al sentimiento. Desde el punto de vista político, recordar significa juzgar la impunidad con el tribunal alterno que concede la memoria. La Casa abierta al tiempo adquiere un significado especial en la época de la posverdad, donde los poderosos apuestan por la distorsión de los hechos y la exoneración del olvido, los neurólogos aventuran que los seres humanos del futuro tendrán mejor vista, mayor destreza manual y posiblemente, menor memoria. Desde los años 70, a los que tanto me he referido, varios métodos de enseñanza desestimaron la importancia de memorizar conocimientos, posteriormente la revolución digital permitió que por primera vez en la historia el presente tenga mayor peso moral que el pasado y el futuro, se trata de un cambio de paradigma en el que no hemos reparado lo suficiente, los presentistas  que viven para dar un like en Facebook, participar en un linchamiento exprés en Twitter o agregar una mercancía a su carrito de compras en línea, carecen de los plazos de discernimiento y asimilación que exige la memoria (…) Defender la memoria es un acto de poesía y de justicia, la Casa abierta al tiempo tiene el alto desafío de preservar el conocimiento crítico ante las fugacidades del presente y de prefigurar en su seno la sociedad futura. Una universidad pública debe ser el anticipo del país para el que prepara a sus alumnos».

Por: César J.G.

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