El domingo 8 de enero se llevó a cabo la ceremonia de entrega de los Globos de Oro, evento en el que se premia a lo mejor del cine y la televisión, principalmente de Estados Unidos y que son otorgados por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood.
La premiación fue el foro idóneo para alzar la voz de distintas maneras en contra del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien asumirá el cargo el próximo viernes 20 de enero.
Hugh Laurie, recordado por el personaje del misántropo Dr. House, recibió el premio por Mejor Actor de Reparto por su participación en la serie «The Night Manager» y durante su discurso dejó entrever de una manera más satírica que solemne, su postura contra el presidente electo de aquel país: al aceptar su Globo de Oro «en nombre de los psicópatas billonarios de todas partes».
La más que talentosa actriz Meryl Streep fue homenajeada y reconocida con el premio honorífico Cecil B. Demille, por su amplia carrera frente a la lente cinematográfica. Ella hizo, a mí parecer, el mejor uso de la palabra que alguien con tanto reconocimiento a nivel mundial puede ejercer.
Sin siquiera mencionar a Donald Trump, la veterana actriz fue a lo más básico y que siempre es lo más olvidado: Hollywood y la sociedad estadounidense se formaron con inmigrantes. Esa sentencia le bastó para llevarse el aplauso del público y la muestra de admiración en las distintas redes sociales.
El mexicano Diego Luna se fue por una protesta más sutil: hablar en español mientras presentaba a los nominados por Mejor Guión.
Es posible llegar a creer que estas son posturas hechas por personas privilegiadas –lo que es cierto- y que no van a sufrir ninguna consecuencia por usar unos cuantos segundos en pantalla, para hacer reclamos «políticamente correctos», de acuerdo al ambiente político a nivel global que se vive. Aunque es importante recordar que estos segundos en pantalla llegan a todo el mundo; la temporada de premios cinematográficos es de las épocas favoritas para muchos de los seguidores de la cultura «pop» de muchos rincones del planeta y que de verdad, recibieron el mensaje, el descontento, la frustración reflejada por estos actores, que si bien es cierto ganan millones de dólares, se han convertido en la voz de los inmigrantes ilegales en Estados Unidos, un sector que mueve la economía de nuestro vecino país del norte y sin embargo, viven en la sombras.
Alzar la voz desde todas las trincheras en las que nos desenvolvemos, ese, pienso, es el origen del cambio. Diego Luna, Meryl Streep, Hugh Laurie, junto Alejandro González Iñarritu, quien en 2015, al recibir el Oscar por la Mejor Película «Birdman», mencionó la dificultad de la vida de los mexicanos en su propio país y de los inmigrantes en Estados Unidos.
Sigo sin ser partidario de las manifestaciones, mucho menos de las violentas, porque esa forma «legal» que tenemos de manifestarnos es la propuesta por el gobierno para dejar liberar la presión que acarrea la molestia de la sociedad, eso es lo que ellos –el gobierno- quiere, es su manera de mantener el orden de las cosas, haciéndonos creer que podemos expresarnos libremente, pero en realidad es bajo sus reglas y sólo durante el tiempo que ellos consideren prudente.
Sin que se preste a malas interpretaciones, está muy bien manifestarse, debe hacerse, pero saliendo a la calle a gritar consignas no va a provocar un cambio. Son las acciones fuera de esas movilizaciones las que cuentan.
La mayoría de las personas no tiene 20 segundos a cuadro en una transmisión a nivel mundial, por esa razón el cambio, la lucha, la conciencia, debe fraguarse desde la intimidad de nuestra más cercana comunidad.
IVÁN FAJARDO CALLES
HOY NOVEDADES / EDITORIAL
