El otro mensaje

Una emboscada contra policías estatales de Michoacán dejó a 14 uniformados muertos, un hilo de sangre común (ya) en gran parte del territorio nacional y una amenaza casi invisible contra la corrupción en las policías del país.

Las imágenes son en extremo fuertes: elementos que deberían velar por la seguridad de los pobladores tendidos, ya sin vida, a un costado del camino, vehículos incendiados y un llamado de auxilio que no llegó a tiempo para socorrer a los uniformados.

Lamentablemente la violencia impera en el territorio nacional, haciendo estas imágenes cada vez más frecuentes y dejando en evidencia la fallida estrategia de seguridad implementada —cuando menos— por los tres últimos presidentes de México.

«A todos los policías michoacanos lacras, que apoyen a los Templarios, BIagras, Trollanos y Chocomiles de Tepeque se los va a cargar la verga (sic)», se alcanza a leer en una de las cartulinas dejadas en el lugar y firmada por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Lejos de la brutalidad de los ataques y la falta de reacción por parte de las fuerzas del orden, un elemento más no deja de estar presente en cada agresión contra uniformados: la amenaza de «eliminarlos» si continúan apoyando a otras organizaciones criminales.

Minimizado por la sangre de los 14 policías asesinados, parece olvidarse que la corrupción sigue imperando en las policías de todo el país, elementos que sirven como seguridad de organizaciones criminales o que apuntan sus armas solo contra un bando, desequilibrando —si así puede llamarse—las fuerzas y provocando la ira de los perdedores.

Atrás del terrible asesinato de los 14 policías existe un mensaje que sigue sin quererse leer, son cientos las policías infiltradas al servicio de criminales, lo saben todos, y al único que  parece importarle es al CJNG.

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