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La vestimenta ha sido históricamente un recurso utilizado por los líderes políticos para proyectar autoridad, empatía o incluso lanzar mensajes ideológicos. Desde los conjuntos sastre de Margaret Thatcher hasta los tenis Converse de Kamala Harris, la ropa puede convertirse en una herramienta clave para construir una imagen pública efectiva. En la actualidad, permea una falsa creencia de que la moda es una cuestión superficial que se ocupa únicamente de la estética y las tendencias; sin embargo, detrás de cada elección consciente o inconsciente de ropa existe un análisis cognitivo mucho más profundo que impacta directamente en quién lo percibe. La moda es una herramienta de comunicación fundamental en la sociedad contemporánea, donde el predominio de lo visual se encuentra en todas las esferas de la vida. Aún más en el ámbito de la política, en donde la imagen personal del individuo es un factor simbólico expuesto a la opinión pública, cada prenda de ropa se considera una elección trascendental.

Dentro de la cultura occidental, los trajes oscuros han sido sinónimo de liderazgo y confianza. Líderes políticos como Barack Obama y Angela Merkel han optado por colores neutros y cortes sobrios para proyectar profesionalismo. Asimismo, los trajes de color intenso acompañados de un bolso negro y un característico collar de perlas que se convirtieron en el atuendo distintivo de la Dama de Hierro, complementaron su firmeza y determinación. En contraste, encontramos figuras como Hugo Chávez con su característica chamarra roja y haciendo uso de colores brillantes para reforzar un mensaje ideológico de lucha y revolución. En la política, ciertos colores, estilos y accesorios han sido utilizados para acrecentar la presencia de los líderes en sus campañas y debates. Un caso emblemático que reveló la importancia de la imagen en la política, fue el debate de 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon. Kennedy, portando un traje azul bien ajustado y una presencia pulcra, proyectó confianza. En contraste Nixon, vistiendo un traje gris que se confundía con el fondo, sudando y sin maquillaje, se percibía débil en la pantalla; lo que sin duda contribuiría a que se le fuera de las manos la presidencia de los Estados Unidos.

No obstante, no todos los líderes buscan proyectar poder de la misma forma. En muchos otros casos, utilizan la vestimenta como un medio de cercanía con la gente. Se utiliza una estrategia de ruptura con la imagen de élite para presentarse de una manera más accesible y conectar con el pueblo a través de una imagen común y familiar. Tal es el caso de Andrés Manuel López Obrador con el uso de la guayabera blanca, prenda típica del sureste de México, buscando un contraste con sus antecesores; estrategia para proyectar una imagen de sencillez y cercanía con las clases populares que refuerce su narrativa de ser “el presidente del pueblo”. Asimismo otras figuras como Evo Morales, quien a través de suéteres de alpaca y prendas tradicionales andinas, buscaba representar el orgullo indígena. Por otro lado, nos encontramos con la estrategia de conexión de “volver a la informalidad”, características de Boris Johnson y Donald Trump usando peinados desarreglados y corbatas mal ajustadas, transmitiendo una fachada de rebeldía e inconformidad con el sistema tradicional.

Del mismo modo, la moda puede ser un vehículo de activismo y protesta que ha dado voz a movimientos de desigualdad social, económica y de género como, por ejemplo, los colores morado y verde representativos del movimiento feminista. Es así que, hallamos casos en donde se ha utilizado la vestimenta para enviar mensajes simbólicos en eventos clave, como lo hizo la congresista estadounidense de izquierda Alexandria Ocasio-Cortez utilizando un vestido blanco con las palabras “Tax the Rich” (Impuestos a los Ricos) en rojo en la Met Gala de 2021. Por el contrario, nos encontramos con la controvertida imagen de Vladímir Putin, característica por sus múltiples apariciones públicas portando ropa de alta costura y su conocida colección de relojes de lujo, cuestión que se critica por la percepción de indiferencia y apatía que proyecta ante la situación crítica que presupone la guerra con Ucrania.

Es claro que la moda en la política es mucho más que una cuestión de estilo. Para algunos líderes, es una herramienta para consolidar poder y proyectar liderazgo. Para otros, es un medio para conectar con la ciudadanía y reforzar una imagen de cercanía. La vestimenta se utiliza estratégicamente tanto para ganar popularidad y simpatía de un público objetivo, como también para impulsar causas sociales. De ahí que, es importante considerar que no se aplica una estrategia de imagen generalizada, sino que resulta necesario considerar las circunstancias y características de cada región, así como del público al que se pretende agradar para crear la estrategia adecuada. En definitiva, en un mundo donde la imagen importa tanto como las palabras, la vestimenta es y seguirá siendo una herramienta clave en la política.

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