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Está por vencerse la fecha que marcó la oposición en Venezuela, liderada por Juan Guaidó, para dejar entrar la ayuda humanitaria enviada por Estados Unidos y demás países de la comunidad internacional. El autoproclamado presidente interino ya se encuentra rumbo a la frontera con Colombia, al mando de una caravana que, según sus colaboradores, podrían ser hasta un millón de personas.

Por otro lado el presidente constitucional, quien desde un inicio negó que se necesitara ayuda humanitaria y señaló que todo era parte de un show montado por Guaidó, acaba de ordenar el cierre de la frontera con Brasil y se mantiene firme en su decisión de no dejar pasar la ayuda que se encuentra en la ciudad colombiana de Cúcuta.

No obstante, a la par de este anuncio, Nicolás Maduro informó que su gobierno acaba de aceptar la asistencia técnico humanitaria de la Unión Europea (UE), quien por medio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según refirió la vicepresidenta Delcy Rodríguez, fue el propio mandatario quien solicitó la ayuda al organismo internacional, quien fungirá como conducto para que la UE le haga llegar 2 mil millones de dólares. Maduro insistió que cuentan con los «recursos» para pagar tal préstamo.

Es decir, el presidente constitucional le da la razón al mandatario interino en cuanto a la necesidad de una cooperación externa, aunque lo hará él. Maduro teme la intervención estadounidense y sabe que de aceptar alimentos y medicamentos provenientes del gobierno de Donald Trump abriría una rendija de vulnerabilidad que puede ser abierta por Washington.

No es una suposición. Siria e Irak son ejemplos fehacientes de que el petróleo suele ser un punto seductor para que el gobierno de Estados unidos movilice a sus tropas rumbo a una misión más. El mismo Guaidó declaró hace unos días que no descartaba del todo una intervención militar si la necesitad lo ameritara.

Lo de Maduro es entendible, su debilitada economía sigue menguando tras las sanciones del Tío Sam, quien le cerró las puertas al petróleo venezolano y dejó de comprarlo. Ahora el país sudamericano tiene que comprar nafta para diluir su petróleo, que por su pesadez no puede ser procesado en sus refinerías obsoletas. Ahora Venezuela recurre al mercado europeo, principalmente a Rusia, para abastecerse. Continuará…

 

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