Crédito: Samara Mejía (NotiPress)
Crédito: Samara Mejía (NotiPress)

Nadie en el mundo ha salido indemne de marzo del año 2020. Marcó un antes y un después en nuestras vidas, como en un film de ciencia ficción entre millones de mascarillas.  Todos salimos afectados por una emergencia internacional de salud: un virus que en el mejor de los casos nos encerró con paranoia entre cuatro paredes; en el peor, al luto por la pérdida de un ser querido. Un patógeno que  viajaba en avión desde Wuhan, China, para introducirse en las vías respiratorias y dificultar la existencia. Crisis sanitaria que por añadidura suscitó una crisis económica; de recesión grave en varios países…Y el nuestro en picada; el  PIB se paró y se hundió.

El Covid-19, sin duda, hizo estragos en la economía mexicana, desaceleración histórica: cierre de empresas, empleos perdidos, deudas impagables. Sin embargo, después de la tempestad, que duró tres años…fue llegando la calma, y con ella retos multidimensionales diseñados en planes, programas estratégicos y acciones emergentes a corto plazo, pero con visión a mediano y largo tiempo, con el fin de consolidar no solo el poder adquisitivo y sectores neurálgicos, sino la moral de los compatriotas, para hacer de México un nación fuerte. La reactivación económica hoy sigue siendo una tarea conjunta, unidad nacional e interés colectivo que reúne el gobierno mexicano, empresarios, la Iniciativa Privada (IP),  inversionistas, políticos, pero sobre todo el trabajo y la moral social para mitigar la resaca pos-pandemia. Esquemas de trabajo en donde la unidad nacional y la empatía han sido la piedra de toque; crecer ante la adversidad y remontar el vuelo como el Ave Fénix. La reactivación económica, después del forzoso confinamiento, sigue en marcha; de forma responsable y segura, apuntalando sectores claves como la minería y reduciendo las brechas entre los segmentos más vulnerables.

El semáforo económico hoy arroja datos consistentes de crecimiento exponencial, incluyendo fuentes de empleos (formales e informales), con pronósticos optimistas, repuntes sólidos en varias industrias. Continuidad es la clave, no echar las campanas al vuelo, sino proseguir rindiendo buenos resultados.  La crisis sanitaria ha quedado en el calendario como una dura lección de vida que puso a prueba la resiliencia, la coraza de guerrero del mexicano para trastocar el infortunio en desarrollo y progreso. Sentemos las bases, el ejemplo para futuras generaciones. Hoy es un buen día para reflexionar sobre aquellos tristes episodios “apocalípticos” de enfermedad, gran número de vidas pérdidas, menoscabos en los bolsillos y en las emociones; el protocolo, la cercanía y la bitácora de vida a la que estábamos acostumbrados. Salimos fortalecidos, ni duda cabe, tras aquella estela de contagios. Aprendamos desde aquí, porque seguro que en el futuro tendremos más brotes epidémicos, cuarentenas y sanas distancias.