La paciencia, en el contexto de la atención médica, es una virtud fundamental que abarca tanto a quienes brindan el servicio de salud como a quienes lo reciben, incluyendo a los pacientes y sus familiares. Desde la perspectiva del personal médico, la paciencia se manifiesta en la meticulosidad en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, así como en la habilidad de comunicarse de manera comprensible y empática con los pacientes, incluso cuando esto implica repetir explicaciones.

Aunque el nombre “pacientes” no se deriva directamente de “paciencia“, es interesante notar que proviene del latín “patiens”, que significa “el que sufre” o “el que soporta”. Este término se utiliza para referirse a las personas que buscan atención médica debido a una enfermedad o afección que están “sufriendo” o “soportando”. Esta coincidencia en la etimología subraya la relación conceptual entre el acto de ser paciente, en el sentido médico, y la virtud de la paciencia.

Además, en un entorno hospitalario, el trabajo en equipo a menudo exige paciencia para resolver diferencias y tomar decisiones conjuntas en beneficio del paciente. Por otro lado, los pacientes y sus seres queridos también deben ejercer la paciencia. A menudo, se enfrentan a largos tiempos de espera en hospitales y consultorios médicos, y la paciencia es esencial para sobrellevar estos momentos con calma y comprensión hacia el personal de salud. Asimismo, al seguir un tratamiento médico, es importante comprender que algunos procedimientos pueden llevar tiempo para mostrar resultados, y la paciencia es crucial al seguir las indicaciones médicas.

En cuanto a la comunicación, la paciencia es valiosa tanto para los pacientes como para el personal de salud. Los pacientes deben expresar sus inquietudes y preguntas de manera respetuosa y estar dispuestos a escuchar las respuestas con paciencia. Esta actitud fomenta una relación de confianza y mejora la calidad de la atención médica en general.

Los profesionales de la salud que practican la paciencia demuestran empatía en la práctica al tomarse el tiempo necesario para escuchar las preocupaciones y preguntas de los pacientes y sus familiares, sin apresurarse. Por otra parte, cuando los pacientes y familiares sienten que los profesionales de la salud los escuchan atentamente y responden de manera comprensiva, se establece un ambiente en el que se sienten más cómodos compartiendo sus preocupaciones y miedos.

Para concluir, ser paciente y tener paciencia es fundamental en la carretera de doble vía de la atención médica y contribuye a establecer una relación sólida entre pacientes y profesionales de la salud, mejora la calidad de la atención y reduce el estrés en situaciones de salud, lo que es beneficioso para todas las partes involucradas.

Por todo lo anterior, no olvidemos el valor de la paciencia, no solo en las atenciones médicas, sino en la vida en general, porque en la salud como en todo, como dijo Ramón de Campoamor, “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con el que se mira”.