En el tránsito de las colaboraciones previas y con base en las diferentes visiones a través de los diferentes cristales del caleidoscopio, hoy abrimos uno muy interesante en relación con la frase: “Hasta los súper héroes se enferman”.

Esta frase resalta la importancia de reconocer la vulnerabilidad humana y la necesidad de cuidado y apoyo en momentos de enfermedad. Los superhéroes, que a menudo simbolizan la resistencia y la invulnerabilidad, se convierten en un recordatorio de que todos somos susceptibles a la enfermedad, independientemente de nuestras fortalezas.

En este sentido, es muy común creer que no nos pasará nada, lo que provoca un comportamiento de descuido y falta de prevención.

Muy comunes son frases como “de algo me he de morir”, “manejo mejor así”, “cuando te toca, te toca”, “no estoy gordo, estoy fuerte”, “es músculo en reposo”, “tengo cosas más importantes en este momento”, etc. Pero ¿cuál es la razón de este pensamiento? A este grupo de ideas se le denomina “Sesgo de optimismo y percepción de invulnerabilidad”.

El sesgo de optimismo es un fenómeno psicológico en el cual las personas tienden a subestimar su riesgo personal de enfrentar adversidades, como enfermedades o accidentes. Se basa en la creencia de que eventos negativos son más propensos a afectar a otros que a uno mismo. Este sesgo puede llevar a una percepción de invulnerabilidad, donde las personas sienten que están exentas de problemas de salud.

Este fenómeno puede explicar por qué a menudo subestimamos la posibilidad de enfermarnos y no tomamos medidas preventivas o buscamos atención médica a tiempo. Sentimos una desconexión entre las estadísticas y las posibilidades reales, lo que nos lleva a creer que estamos “a salvo” de los problemas de salud.

Además, factores socioculturales y de género también pueden contribuir a esta resistencia. La presión social para mantener una imagen de fortaleza y valentía puede hacer que las personas eviten mostrar vulnerabilidad al buscar ayuda. Los estigmas asociados con ciertas enfermedades también pueden influir en la decisión de no buscar tratamiento.

Por ejemplo, el por qué los hombres acuden menos al médico que las mujeres o por qué algunas adicciones o accidentes son más comunes en grupos de edad. Incluso el por qué en algunos grupos sociales y de profesión las ópticas son diferentes frente a la prevención y la búsqueda de atención médica.

Quizá el primer punto para tomar el camino correcto es darle visibilidad a que esto sucede con más frecuencia de la que se cree, ya que subestimamos nuestros propios riesgos y nos aferramos a la creencia de que “no nos pasará nada”.

Reconocer estos sesgos y comprender su influencia puede ser un paso importante para promover la conciencia sobre la importancia de cuidar nuestra salud y buscar atención médica cuando sea necesario.

Por ello, y de acuerdo a Ramón de Campoamor, en salud como en todo: “Nada es verdad, nada es mentira, todo es de acuerdo al color con el cristal con que se mira”.