La fortaleza de un partido político se demuestra de distintas formas, pero una de la más poderosas es cuando un partido se muestra cohesionado y unido después de un proceso interno. Quizás es por esta razón que el deseo de Marcelo Ebrard de aparecer en la boleta de la elección presidencial “sí o sí”, poco a poco se ha ido diluyendo.

Los factores que pueden explicar que Marcelo Ebrard haya decidido no romper con Morena después del proceso interno pueden ser múltiples, así como las consecuencias que esto tendrá, pero un elemento relevante es que hoy por hoy Morena es un partido dominante en el espectro político. Las 23 gubernaturas y las mayorías en las cámaras legislativas muestran el poderío de este partido político que de cara a las elecciones presidenciales de 2024 luce prácticamente imbatible.

En principio Marcelo Ebrard sabe que en este momento la articulación del Movimiento de Regeneración Nacional es muy poderosa, el intento por dividir al partido en torno al resultado del proceso no tuvo mayor éxito, los gobernadores que son los liderazgos más importantes después del presidente de la República, salieron a respaldar el proceso y el resultado de forma inmediata. Los compañeros de contienda también salieron a hacer lo mismo en el momento preciso.

El grupo que acompañó a Marcelo Ebrard durante todo el proceso, fue un grupo pequeño, trató de ganar fuerza con presencia de familiares del presidente, pero finalmente no logró que eso lo hiciera ver más cercano al presidente. Al final el grupo que apoyó a Marcelo no tuvo mayor peso lo que no generó una crisis o división al interior de Morena

Por otro lado, los resultados del proceso interno tampoco parecen haber ayudado al ex canciller, los casi quince puntos de ventaja que obtuvo Claudia Sheinbaum en el promedio de las encuestas, no le permitió a Ebrard generar mayor controversia, posiblemente un resultado más apretado habría generado mayor presión sobre el comité organizador.

Pero quizás el propio Marcelo sabe que en este momento fuera del partido gobernante, no hay futuro político, la posibilidad de ser candidato independiente se cerró con el inicio del proceso electoral, la posibilidad de migrar a otro partido tampoco parece una opción, Movimiento Ciudadano que es la única opción que en este momento podría dar cabida a Marcelo Ebrard, no es un partido competitivo, los once puntos de intención de voto que le dan distintas encuestas harían de la candidatura de Ebrard una candidatura meramente testimonial.

Por último, el desarrollo del proceso interno fue orillando a Ebrard a dejarlo sin alternativas, tuvo oportunidad de renunciar en distintos momentos, desde que el presidente propuso las reglas del proceso en el restaurante El Mayor, para Ebrard esas reglas eran restrictivas, no se trató de una contienda abierta, se trató de un proceso controlado desde la presidencia de la República.

Ebrard pudo renunciar cuando denunció que había cargada a favor de Sheinbaum, tanto de recursos económicos como de apoyos políticos, pero al final el amago quedó en eso y cuando al final acusa de un proceso lleno de irregularidades, ya era demasiado tarde, ya en ese momento era claro que tanto el partido como la presidencia de la República habían cumplido con su propósito, llevar a Marcelo hasta el final del proceso y dejarlo sin opciones.

Ahora Marcelo es un político que sus aspiraciones presidenciales se han esfumado, la creación de una asociación civil, es una medida desesperada por seguir estando presente en la agenda pública, pero es probable que el propio Marcelo entienda que vivir fuera de Morena más allá del ostracismo político en el que ya vive, podría ser perjudicial por los procesos judiciales que se le podrían iniciar por la construcción de la línea 12 o por la caída de las vías del Metro donde murieron 27 personas.

Ahora Ebrard sabe que la única protección de la que goza, ante el evidente conflicto en el que entró con la candidata a la presidencia de la República Claudia Sheinbaum por no haber reconocido su triunfo, es el cobijo que le pueda dar el presidente López Obrador, mientras goce de su protección es posible que no sea perseguido ni política ni judicialmente.

El caso de Marcelo Ebrard, sirve para revivir viejas prácticas del sistema político mexicano, decía Fidel Velázquez, el experimentado líder sindical “el que se mueve no sale en la foto”, días después del anuncio del triunfo de Claudia Sheinbaum, durante la entrega del bastón de mando, todos los asistentes a la ceremonia aparecen sonrientes junto al presidente y la virtual candidata, por conveniencia o convicción todos los que aparecen en la foto saben que la disciplina reditúa y ellos se sienten afortunados de aparecer en la foto, aunque como políticos no tengan autonomía ni criterio propio ya que el criterio le pertenece al cacique y líder del partido.

Iván Arrazola es analista política y colaborador de Integridad ciudadana. @ivarrcor