El 16 de agosto, es el día mundial de concientización sobre esquizofrenia, y esto nos da la oportunidad de visibilizar este tipo de condición que afecta actualmente a mas de un millón de personas en México siendo más prevalente en hombres jóvenes.

Las primeras descripciones de la esquizofrenia, fueron en Francia en 1809 con el Dr. Philippe Pinel y en Inglaterra con el Dr. Haslam, describiendo una enfermedad de aparición en adultos jóvenes que involucraba psicosis y deterioro de facultades mentales e intelectuales, que progresaban a locura crónica.

Existen supuestos, a través de los años, donde la esquizofrenia se asocia a la urbanicidad como factor de riesgo por diferentes factores ligados a la civilización, así como a la industrialización la cual altera la estructura de las comunidades y familias derivando a la cronicidad de la psicosis.

Independientemente del origen, que no conocemos con certeza, la esquizofrenia consiste en una enfermedad mental grave que afecta la forma como percibimos el entorno, a nuestras emociones, al pensamiento y la conducta, cursando por brotes de síntomas agudos y periodos de normalidad que pueden durar semanas o meses.

Por lo general, uno de los primeros signos o síntomas puede ser que debido a la problemática en el comportamiento social junto con las emociones complicadas por las que atraviesa, la persona que lo padece se aísle socialmente, mostrándose indiferentes e involucrándose menos con sus seres queridos (con quienes antes presentaba reacciones emocionales) y con ansiedad. ¡Ojo! esta descripción aislada no significa indicios de esquizofrenia, ya que todos los seres humanos podemos atravesar por espacios de introversión por diversos motivos; aquí es importante que el diagnóstico lo realice un especialista y requiere de otros criterios de análisis.

Continuando con los síntomas, durante la etapa de psicosis, la esquizofrenia también conlleva problemas de atención, memoria, velocidad de respuesta ante la solución de problemas y la capacidad de abstracción, que significa lo que socialmente conocemos sobre el padecimiento: ver, escuchar y sentir experiencias que no corresponden a la realidad. Estas experiencias alucinatorias, delirios y de trastornos del pensamiento pueden derivar en comportamientos erráticos y de riesgo tanto para ellos mismos como para quienes lo rodean.

Con este conocimiento, ¿qué podemos hacer? Empecemos por disminuir estigmas y ser más empáticos ya que detrás de una persona que padece esquizofrenia (y por supuesto la familia) hay mucho sufrimiento, frustración y miedo. Durante los episodios psicóticos, es importante evitar situaciones de conflicto ya que no aportan a la crisis que se vive.

Siempre el diagnóstico por un especialista es indispensable, así como apegarse al tratamiento farmacológico indicado. Las intervenciones psicoterapéuticas tanto para el paciente como los familiares son de gran utilidad, ya que aportan al manejo del padecimiento en las diferentes áreas de la vida. No hay que temer al hablar de salud mental; con el tratamiento adecuado y la atención correcta, la mayoría de las personas con esquizofrenia pueden controlar su enfermedad. Recuerda que, si te atiendes, te entiendes!