A través de nuestra fuerza e inteligencia en las actividades laborales, los seres humanos somos capaces de transformar la realidad, y la ejecución de un trabajo debiera cubrir dos fines: 1) cumplir los objetivos de producción y 2) desarrollar nuestro máximo potencial de acuerdo con nuestras capacidades.

Generalmente cuando hablamos de carga de trabajo, imaginamos un agotamiento que pudiera representar riesgos para nuestra salud, sin embargo, no siempre tendrá una connotación negativa.

La carga de trabajo está determinada por el grado de movilización que requerimos para ejecutar las tareas tomando en cuenta las características individuales (edad, experiencia, formación, etc.) e integrando las operaciones cognitivas (mecanismos mentales) y operaciones motoras (mecanismos físicos) que este implica.

De acuerdo con el tipo de actividad, podemos diferenciar la carga física (trabajo muscular principalmente) y la carga mental (mayor esfuerzo intelectual); actualmente en muchos casos, el desarrollo tecnológico ha disminuido el esfuerzo muscular, pero ha aumentado la información que se requiere aprender y manejar hasta automatizar las respuestas.

Cuando la cantidad del esfuerzo excede la posibilidad de nuestra respuesta, podemos caer en fatiga mental, presentando síntomas como atención disminuida, pensamiento lento y disminución de la motivación, por lo tanto, el rendimiento es menor, pero es necesaria por un tiempo para que nuestro organismo se adapte al medio; de otra manera, cuando se prolonga el desequilibrio entre nuestra capacidad y el esfuerzo con una carga que se repite, puede aparecer la fatiga crónica con síntomas más complicados como irritabilidad, ansiedad, estados depresivos, alteraciones del sueño, problemas digestivos, alteraciones cardíacas, entre otras que derivan a la larga en enfermedades.

Podemos ver, cómo la carga de trabajo es un tema importante que podemos analizar desde cualquiera de nuestros puestos que ocupamos laboralmente y lo indispensable que es en cierta medida para nuestra motivación y desarrollar nuestro máximo potencial, con un límite.

Te invito a hacer un análisis desde el puesto y actividades que realizas en tu trabajo. ¿Te has preguntado cuál es tu nivel de carga de trabajo? ¿Es mental o física? ¿Te permite desarrollar y retarte en tus capacidades y aprendizajes? ¿Te tomas o brindas el tiempo a tus trabajadores para recuperarse y no llegar a la fatiga crónica? ¿Cuentas o brindas a tus trabajadores las condiciones adecuadas?

La carga mental de trabajo de un puesto de trabajo se puede evaluar a partir de diferentes indicadores según apliquen: apremio de tiempo, complejidad-rapidez, atención, minuciosidad, operaciones mentales que exige y la incidencia en el trabajador, es decir las alteraciones fisiológicas, psicológicas y del comportamiento.

Dentro de los factores de riesgo psicosocial que NOM-035-STPS toma en cuenta, precisamente son las características de la carga de trabajo de acuerdo con cada puesto, un indicador que hoy en nuestro país se encuentra como nivel de riesgo alto para nuestra salud y productividad. Es por esto que entender y analizar la carga de trabajo desde la responsabilidad del empleador y del trabajador, es indispensable para que este factor realmente tenga una connotación positiva para nuestro potencial y la productividad. Te invito a que lo analices desde nivel de responsabilidad laboral que tienes y tomes el reto; recuerda que, si te atiendes, te entiendes.