Las actitudes predisponen la conducta

En los cuartos de guerra electoral alistan ya estrategias para influir en los ciudadanos y lograr sus objetivos: que el 2 de junio votes a una opción y repudies la otra.

Las actitudes tienen dos grandes componentes. Uno cognitivo y uno afectivo. Las encuestas con regularidad nos reportan cómo van los aspirantes en cada aspecto.

Por un lado nos dicen qué cantidad de personas identifican el nombre, rostro y partido de una persona que aspira a dirigir el país. El nivel de conocimiento.

Por el otro, nos dicen la carga afectiva, positiva o negativa, que la gente atribuye a esa persona. Nos dicen el balance de “positivos” y “negativos” de cada personaje.

El balance afectivo es crucial. De poco sirve tener un 90 por ciento de conocimiento si los afectos de la población son negativos.

Las propuestas de campaña o la preparación de la candidata son intrascendentes en esta guerra electoral por comenzar.

Lo importante, de cara al 2 de junio de 2024, es ofrecer por un lado información y, sobre todo, tocar las emociones de las personas.

Hillary Clinton estaba era, quizás, la más calificada para ser presidenta de los Estados Unidos en 2016.

Sin embargo, su equipo y ella misma no llegaron a desarrollar un mensaje que tocara las fibras profundas de los estados “clave” y algunos sectores la veían como engreída.

Trump, con la narrativa contra China y México, consiguió un relato que conectó con la realidad y la frustración de los estados que vieron cómo sus fábricas cerraban para trasladar su producción “offshore”. También consiguió un discurso que generó esperanza: “Make America great again”.

De cara al 2024. Gálvez y Sheinbaum, desarrollarán sus respectivas narrativas, asignarán roles protagónicos y antagónicos en su diagnóstico y proyecto de país.

Nos pintarán la gesta electoral con sentido de urgencia y como una misión que superar para garantizar la viabilidad del país, explorando el miedo y la esperanza; asignarán cargas afectivas positivas y negativas entre ellas, entre sus aliados y el estado de cosas del país.

Nos mostrarán fotografías con multitudes para crear la sensación de que hay una mayoría detrás de ella, intentando tocar al animal social que no quiere quedar excluido del grupo.

También habrá imágenes, audios, expresiones, adjetivos que relacionen a cada candidata con aspectos que la gente considera negativos, aderezados con colores oscuros y música de película de terror.

Al mismo tiempo, el candidato propio será mostrado en tonos blancos, con música alegre, con sonrisas, en entornos cálidos y brillantes.

Mostrarán encuestas con esa misma intención: mostrar una mayoría definida, para el caso de Sheinbaum, o crear ánimos de que las distancias se acortan y que es posible alcanzar y adelantar, en el caso de Gálvez.

Así es la persuasión. Así es la capacidad de movilizar a los demás. Así es el poder.