El Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) oficialmente murió. Ayer el gobierno federal publicó el decreto para su extinción, procedimiento que comenzó este martes y que, según dicen, durará 180 días. Y así fue como el régimen oficial se deshizo de uno de sus grandes fracasos más notorios, escandalosos y dolorosos en materia de salud.
Esta decisión, afecta a millones de personas; hombres y mujeres que carecen de la posibilidad de acceder a un servicio digno, y que, por el contrario, se encuentra muy, pero muy alejado de la promesa de construir un sistema similar al de Dinamarca.

Era 2020 cuando el régimen oficial cambió el modelo de salud, desapareció el Seguro Popular y dio origen al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), una figura que nació torcida, malformada, llena de carencias, mal desde su estructura y que tres años después, el propio gobierno se encargó de desaparecer en respuesta al fracaso que representó.

Un fracaso que es absoluta responsabilidad del gobierno actual, porque jamás logró atender a las y los millones de mexicanos que carecen de seguridad social, personas con nombres, pero sobre todo con enfermedades que quedaron en la indefensión, sin la posibilidad de recibir atención médica, pero también, medicamentos gratuitos, esos que por costosos no están al alcance de millones de familias, tanto de zonas urbanas, como rurales.

En la narrativa del gobierno, la atención a los pobres es prioridad, pero eso no fue lo que vimos durante los 3 años que existió el Insabi, por el contrario, lo evidente y claro para millones fue el desinterés absoluto por la adquisición de medicamentos, mejoras en los hospitales, atención digna, equipamiento de calidad y todo lo que se necesita para ser atendido médicamente en condiciones medianamente óptimas.

La pandemia, evidenció que la desaparición del Seguro Popular fue una ocurrencia del titular del ejecutivo federal, un plan basado más en la revancha política, que, en una estrategia sólida, donde la ciudadanía y sus necesidades estuvieran en el centro de las decisiones del gobierno actual. En lugar de eso vimos un sistema desarticulado, que no pudo hacer frente a la crisis de salud que representó el covid-19.

Pero si la pandemia dejó ver las carencias, para 2021, el Insabi colapsó, junto con todo el sistema de salud debido a la falta de insumos y medicamentos, materiales de curación, y la falta de atención adecuada a patologías crónicas y degenerativas. Fue en ese año y en el anterior que las mujeres se quedaron sin el FUCAM, para prevenir y atender cáncer de mama, pero tampoco encontraron en el Insabi, el apoyo para poder atender a las mujeres que enfrentan ese padecimiento.

Y todo ello porque para la actual administración el dinero que se destina a la salud de la población, esa que tanto dice defender, es un gasto, no una inversión, y es preferible gastar el dinero en un aeropuerto, en una refinería o en un tren maya, a fin de complacer al presidente, que destinarlo a curar y salvar vidas.

Por eso la iniciativa para desaparecer el Insabi vino, precisamente del partido del presidente en la Cámara de Diputados, porque nació muerte, es decir, sin recursos, sin estrategia, sin reglas de operación y sobre todo sin fondos públicos como si tuvo en su momento el Seguro Popular, figura que desapareció por razones políticas.

Ahora, nos dicen que en lugar el Insabi la responsabilidad de la atención médica, a población abierta se transfiere al IMSS-Bienestar, con lo que se sobre carga la atención de ese instituto con 12 millones de personas más, aunque a la fecha no sabemos cuánto aumentará el presupuesto, el personal médico, las instalaciones, los insumos y medicamentos, porque de eso no nos han dicho nada.

Con estos hechos Morena y sus gobiernos demuestran con hechos, no con palabras, que ni la salud, ni los pobres son de su interés, pero si una bandera que explota, porque si alguien ha lucrado y sacado provecho de la pobreza de millones de personas, es quien hoy habita el Palacio Nacional.

• Secretaria Nacional de Igualdad de Género del PRD
• @KarenQuirogaAn