El tema educativo en nuestro país ha sido de gran mención y debate en los primeros días de la administración obradorista, en primera instancia porque como cada presidente, el tabasqueño se enfrenta a la disidencia magisterial de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y, en segunda instancia, porque se enfrenta a uno de los sectores con mayor riesgo y retroceso a lo largo y ancho del país.
La disyuntiva en torno a la educación tiene que ver con distintos factores y por todos ellos, se ha intentado abordar en los últimos días. Desde el plano estructural y legal, la discusión ha sido fuerte y tropezada. Sin embargo, poco se ha hablado del entorno de los estudiantes y las formas en las que el ciclo educativo conformado por maestros, estudiantes y padres de familia debe llevarse.
Sobre ello, ha intentado hablar el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, quien tildó de «ridículo» el hecho de que niños de kínder, primero y segundo de primaria, reprueben. Lejos de ser solo un dicho, ya se ha legislado en torno a ello, al grado de que en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se publicó el pasado 29 de marzo, un acuerdo que obliga a que los estudiantes de los grados antes mencionados aprueben el año con el único requisito de haber asistido a clases.
El hecho como tal, carece de bases, de estructura en las escuelas de todo el país. Se sigue cayendo el mandamiento generalizado y no en el estudio regional de los casos que se enfrentan en las instituciones educativas de todos los niveles. El titular de la SEP propone que los profesores se acerquen al alumno o alumna que tenga ciertas deficiencias en términos de aprendizaje y faltas en clase, sin embargo, no toma en cuenta distintos factores.
Aún más grave es el hecho de que esta medida no solo se ejecuta ya en los primeros años de escuela de los niños y niñas en México, sino que hay indicaciones en distintos estratos de la educación para que no haya tantos reprobados. Desde que la Reforma educativa aprobada en 2013 fue aplicada, la educación tuvo un declive que ni legisladores ni secretarios quieren ver; se sigue aprobando un sistema poco vigilado en su implementación y poco planeado en su gestión.
El problema ahora, es que ninguna instancia quiere sentarse a negociar con nadie y todos quieren leyes y estatutos a modo. CNTE, SNTE, Congreso y AMLO han puesto en la balanza su autoridad, menoscabando la necesidad de una discusión real en el tema.
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