Con el arribo de Donald Trump al timón de Estados Unidos, el primero de los temas que mayor candor desató en la opinión pública es la política migratoria, pues basta con volver la mirada a los primeros meses del 2017 para recordar aquellas declaraciones tan endurecidas que, desde lo más negro de sus entrañas, el empresario vomitó contra los migrantes latinos, con especial mención para nuestros connacionales.

La respuesta por parte del gobierno de México hacia todas las cornadas que Trump lanzaba llegó con un considerable retraso, con una latente amenaza de construir un muro que dividirá la frontera entre ambos países, y así bloquear el paso a quienes van en busca de «El sueño americano», tarde llegó con un titubeante canciller mexicano que viajó a la Unión Americana con la firme decisión de «diseñar estrategias para hacer frente a las medidas negativas en la comunidad migrante mexicana».

Un eco resonó en la sociedad mexicana, y sin reservas, se manifestó contra las humillantes formas en las que Donald Trump se expresaba de los mexicanos que residen en su país, tal indignación se desparramó cuando el «Efecto Trump» comenzó a manifestarse en la fuga de empresas que cancelaron sus inversiones en nuestro país por temor a represalias por parte del mandatario estadounidense.

Por un momento parecía que el gobierno mexicano finalmente alcanzaba una especie de comunión con su pueblo, y bajo una efímera campaña de integración nacional, todo funcionario se pronunció a favor de los connacionales que inyectan remesas a nuestra economía; sin embargo, la falta de respuesta de sus representantes hacia Donald Trump, dio fin a ese intento.

Hoy se anunció que los gobiernos de México y Estados Unidos encabezarán una conferencia sobre Seguridad y Prosperidad en Centroamérica, reunión que encabezarán ni más ni menos que los titulares de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, además de los secretarios estadounidenses de Estado, Rex Tillerson, y de Seguridad Interna, John Kelly, con quienes buscarán detener los flujos migratorios que se originan en la región.

Contrastante con la «ferviente» postura de que se respeten los derechos de los migrantes, especialmente de los mexicanos, tachados por Trump de «violadores y criminales»,  ahora ambas naciones de América del Norte consideran que, deteniendo el efecto de migración centroamericana, sumarán esfuerzos en pro del desarrollo colectivo.

Esto sumado a la falta de sensibilidad sobre aquellos migrantes, que al buscar el «American Dream» viven un primer infierno en México, pues durante el trayecto que inicia en Chiapas, han llegado a ser secuestrados, violados, lastimados y asaltados, por parte de los mismos migrantes, personas involucradas en el crimen organizado, policías y militares, en el territorio de un país famoso por su solidaridad a nivel mundial.

Pareciera entonces que, la falta de oportunidad laboral, la enorme violencia o la expansión del dólar como divisa imperante en comunidades de Guatemala, Honduras, Nicaragua o El Salvador, entre otras, son elementos que no requieren ser estudiados por los países norteamericanos para encontrar soluciones de beneficio a nivel regional.

Por lo anterior, este tipo de «soluciones» que proponen los gobiernos hacia dicha problemática, solo han provocado que los estándares de maltrato y violencia, aumenten hacia los migrantes de Centroamérica, incluso da la impresión de que México está subiendo un pie al tren de Estados Unidos y los muros fronterizos.

Por: Edgardo VL

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