Una sensación de profunda preocupación se cierne sobre los municipios del país, sobre todo los de aquellos municipios que colindan con estados con altos grados de violencia, como son los estados de Zacatecas, Michoacán y Nayarit, que se han convertido en lugares en los que la seguridad no está garantizada.

Ahora el epicentro es el municipio de Teocaltiche en el estado de Jalisco, el municipio alteño que en los últimos siete años ha sido intervenido tres veces por las fuerzas estatales y federales. En esta ocasión la comisaria del municipio fue intervenida para revisar que el personal operativo cuente con el Certificado Único Policial e inspeccionar el armamento de los oficiales y su respectiva portación. El municipio es foco de atención por el asesinato de dos oficiales en fechas recientes, y por el asesinato de siete personas el 15 de septiembre, estas personas eran agricultores que se negaron a pagar derecho de piso por lo que fueron asesinadas.

El escenario es desolador, no hay paz ni para los pobladores, ni por las fuerzas del orden, todos viven bajo el acecho de los grupos del crimen organizado. Los operativos de las fuerzas de seguridad estatales y federales ayudaron a desmantelar tres centros de monitoreo a través de los cuales dichos grupos podían detectar cualquier movimiento en la zona. Algunas de las preguntas que surgen son: ¿Cuánto tiempo lleva sucediendo esto? ¿En manos de quién se encuentra la seguridad en los municipios de México?, pero sobre todo ¿Qué sucederá después de que se retiren las fuerzas de seguridad del municipio?

No por nada, Teocaltiche forma parte del llamado “triángulo del terror” en el estado de Jalisco, conformado por los municipios de Encarnación de Díaz y Lagos de Moreno, en este último municipio desaparecieron cinco jóvenes y posteriormente se difundieron imágenes aterradoras de cómo los miembros del crimen organizado obligaban a los jóvenes a asesinarse entre ellos

El municipio es el eslabón más débil del precario federalismo mexicano, más de dos mil policías municipales han sido asesinados en todo el país en lo que va del sexenio, hasta el 2023 sesenta y cinco autoridades municipales, entre presidentes municipales, regidores y síndicos han sido asesinados.

Es difícil explicar lo que ha pasado en México a nivel local, pero resulta sumamente inquietante observar imágenes en las cuales los presidentes municipales son asesinados o secuestrados sin que nada se pueda hacer, como ocurrió en el caso de la masacre de San Miguel Totolapan, o cómo  las autoridades municipales pueden ser infiltradas por el crimen organizado, como sucedió en el municipio de Iguala donde un grupo delincuencial en complicidad con la policía municipal, participaron en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

La proliferación de grupos del crimen organizado, que se calculan en más de ciento cincuenta en todo el territorio, llenan el paisaje de un México ensangrentado, de un México que vive en la zozobra, mientras más alejado esté el municipio de las zonas urbanas o su ubicación se encuentre en un área de alta confrontación, la posibilidad de que las autoridades municipales estén controladas por el crimen organizado aumenta.

Prácticamente todas las fuerzas políticas de este país le han apostado a la militarización de la seguridad pública en detrimento de las fuerzas locales. Las fuerzas federales en cada oportunidad han tratado de debilitar a las fuerzas de seguridad local, el extremo se ha dado durante el sexenio de López Obrador, quien eliminó un apoyo por cinco mil millones de pesos que se otorgaba anualmente a las fuerzas de seguridad locales, a través del Programa de Fortalecimiento para la Seguridad.

Con la creación de la Guardia Nacional se condenó prácticamente a todos los municipios del país a hacer frente con sus propios recursos al crimen organizado y los resultados saltan a la vista, prácticamente todos los municipios cuando tienen problemas de seguridad, tienen que pedir ayuda de las fuerzas federales, las cuales realizan una labor de disuasión y posteriormente dejan al territorio a su suerte. Ante esta situación las autoridades locales optan por solicitar que otro nivel de gobierno se haga cargo de la seguridad en el municipio, o ponen a un militar al frente de la seguridad esperando con ello obtener mejores resultados.

Resulta paradójico que ante los problemas tan particulares de seguridad que vive cada región, y que son precisamente las autoridades municipales las que mejor conocen el escenario del municipio, las autoridades estatales, pero sobre todo las federales, opten por debilitarlas y centralizar esta labor, la estrategia centralizadora lejos de ayudar a hacer más eficiente la labor de las fuerzas de seguridad ha hecho de la violencia un problema incontenible.

Los resultados para detener la violencia están a la vista, un país fragmentado, una autoridad acorralada y grupos del crimen organizado aprovechándose de la debilidad estatal para operar con toda libertad, quien padece las consecuencias de esta estrategia de seguridad errática es la población, sometida a extorsiones, secuestros y robos. El ejemplo de Teocaltiche ilustra cómo es que en el territorio mexicano se ha construido un Estado paralelo, mucho más eficiente para vigilar e infundir temor y miedo en la población, mientras la autoridad gubernamental se empeña en señalar que no cambiará la estrategia “porque está dando resultados”, la construcción de un nuevo Estado al servicio del crimen organizado sigue en marcha y Teocaltiche es un ejemplo palpable de la debilidad de los municipios en México.

Iván Arrazola es analista político e integrante de Integridad Ciudadana @ivarrcor