En los 2 artículos anteriores, nos basamos en el concepto del Dr. Claude Bernard de que no hay enfermedades, sino enfermos, y hablamos sobre los desafíos que enfrentan los adultos mayores enfermos. En esta ocasión nuevamente el caleidoscopio se abre, ahora en relación   con la enfermedad en los adultos jóvenes y de mediana edad.

En el ámbito de la salud, la edad adulta se clasifica en adulto joven (de la mayoría de edad a los 40 años), adulto medio (de 41 a 59 años) y adulto mayor (más de 60 años).

Sin embargo, la noción de adultez va más allá de la cronología; también implica factores físicos, fisiológicos, mentales, sociales e incluso legales. Por lo tanto, cuando un adulto enferma, se deben considerar todas estas dimensiones.

Los adultos por ejemplo generalmente han alcanzado su desarrollo orgánico y de capacidades productivas y reproductivas plenas. Esta última característica les permite entre otras cosas, la procreación y los coloca en el proceso de atención de la salud en otra dimensión.

Cuando un adulto se enferma, se afecta su capacidad productiva y su rol como padre o madre en la familia.

La enfermedad representa una amenaza no solo para el individuo enfermo, sino también para su entorno, por ello existe una resistencia natural a estar o sentirse enfermo lo que provoca no buscar ayuda médica oportuna o inclusive a automedicarse.

El enfermarse en la etapa productiva genera una incapacidad para realizar las actividades cotidianas, se afectan los cuidados a la familia y el ingreso económico, cuando esto sucede, todo cambia.

Por ello el abordaje de la enfermedad dependerá de múltiples factores, como la edad, el género, la ocupación, los hábitos y antecedentes de salud.

El estilo de vida, los antecedentes familiares, el rol social, el nivel de ingresos y el acceso a la seguridad social o seguros médicos y las personas que dependen del enfermo hacen la diferencia en el pronóstico.

Cada individuo es único, y las enfermedades pueden tener diversos impactos y gravedades. Existen enfermedades leves y otras que pueden ser incapacitantes o incluso mortales.

Por eso el prevenir la enfermedad en este grupo de edad es mandatorio y si ya se está enfermo, el actuar y generar conciencia para limitar los daños y la progresión de las enfermedades.

En resumen, cuando los adultos jóvenes y medianos enfrentan enfermedades, es fundamental considerar la complejidad de su situación y no solo el padecimiento.

Por ello y de acuerdo a Ramón de Campoamor en salud como en todo “Nada es verdad, nada es mentira, todo es de acuerdo al color con el cristal con que se mira”.