No es intentar, es contra cualquier pronóstico lograr metas y crecimiento

“La perseverancia no es una carrera larga. Es una serie de carreras, una tras otra”. Walter Elliot

Por Pedro Martín García Silva

El inicio de todo negocio siempre trae riesgos, tropiezos, descalabros, distracciones, pérdida de clientes y números rojos o bajas ventas; las cuentas no salen porque egresa más de lo que ingresa o ya no hay financiamiento. Es entonces que muchos emprendedores tiran la toalla pues se frustran sus expectativas de crecimiento. La frustración es un sentimiento de decepción que surge cuando no se han alcanzado los objetivos de la empresa. Fracasar no es caer; es caer y quedarse en el suelo a lamentarse. Y en tiempos de crisis, son pocos los emprendedores que se han levantado.

El decálogo empresarial incluye a la perseverancia como la gasolina que levanta potenciales bancarrotas.  Perseverancia es la diferencia entre los que se rinden ante el primer déficit y aquellos que recogen la toalla, con más experiencia, coraje y decisión. Ser persistente en el mundo corporativo, es primero asumir que el éxito o expansión de una empresa no llega de la noche a la mañana, son muchos años, muchos tropiezos antes de alcanzar posicionarse dentro del mercado financiero.

La perseverancia se nutre de tres factores esenciales:

Motivación. La chispa que enciende tu espíritu de guerrero empresarial. Esa luz interna que te brinda la capacidad para fusionar tu esfuerzo físico y emocional y así cumplir tus metas. ¿Qué hay dentro de tu negocio que te motiva a seguir: liquidez, crecimiento, posicionar la marca, establecer la diferencia entre la competencia? A partir de tus respuestas diseña una propuesta de trabajo con todo y plan B que incluya diversas alternativas para seguir en la batalla; no busques excusas, sino soluciones viables.

Lo que sigue es constancia y disciplina: hábitos, rutinas, responsabilidades, dejar un poco la zona de confort.

Pasión. ¿Se puede ser emprendedor sin tener pasión? Claro, del mismo modo que se puede ser barrendero sin que se ame la escoba. Pero una actividad artística como la empresarial, no sería o no llegaría a mucho sin destilar pasión. La pasión puede transformar cualquier desafío en una excelente oportunidad; es el poder desbocado para reactivar a tu empresa, incluso desde cero. Tener pasión es alzar la toalla, analizar cómo se está moviendo tu negocio, cuál es su capacidad de productividad. Céntrate en sus fortalezas y áreas de oportunidad, no en sus debilidades.

Visión. Es la brújula para ajustar el curso, ofrece rumbo, dirección, qué hacer con ese tropiezo (analizarlo para mejorar y aprender), a dónde quieres llegar, qué conseguir y en cuánto tiempo.

Así que ya no más excusas, ser perseverante en el mundo empresarial, ya no es una opción, sino una obligación.