Durante la década de los noventa se hizo muy popular un texto llamado El presidencialismo renovado, en el que se exponía como el sistema presidencial era capaz de adaptarse a un contexto de división de poderes, que no era un sistema rígido y problemático como lo había expresado el politólogo Juan Linz, y que el presidencialismo de esta época era capaz de lograr una vinculación exitosa con diferentes instituciones para lograr la cooperación y la eficacia política.

Esta visión esperanzadora poco a poco se ha ido diluyendo y lo que se tiene hoy en la región de América Latina y en México, es un presidencialismo que busca concentrar la mayor cantidad de poder, pasar por encima de la ley y anular al resto de los poderes y los equilibrios, por eso es un presidencialismo recargado, poco democrático y opaco en su gestión.

El presidente de México ha dado muestras de que su poder se extiende más allá de sus propias facultades. Controló el proceso interno de su partido en el que de manera abierta toleró el dispendio de recursos, la publicidad colocada por todo el país sin explicar de dónde provenían los recursos para contratarla, y todos los apoyos políticos y económicos facilitados a la favorita en las encuestas, lo que generó acusaciones del resto de los contendientes que acusaron cargada política, todo esto ante el manejo vertical que el presidente hizo del proceso sucesorio, desde su diseño hasta su conclusión,  aunque el presidente en su discurso señale que se trató de un proceso democrático.

Pero quizás la muestra más palpable de este presidencialismo absoluto, es la narrativa cotidiana del presidente, que es el mecanismo a través del cual pretende controlar los procesos sucesorios en el país tanto en su partido como en la oposición, con un único fin, garantizar que él será el que premie y castigue a los contendientes. Por eso en sus conferencias mañaneras ataca a los opositores y a los miembros de su partido los recompensa con una candidatura, y a los inconformes los tacha de ambiciosos vulgares

Solo en ese contexto de control total se puede entender el anuncio de la candidatura de Hugo López-Gatell a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. El funcionario que próximamente será aspirante representa un símbolo de la ineficacia de este gobierno, una persona que manejó la pandemia de forma irresponsable, lo que provocó la muerte de miles de personas, que no tuvieron acceso al sistema de salud, ni tampoco el funcionario quiso dar las indicaciones necesarias a la población para protegerse ante la aparición del virus.

La razón por la que el presidente ha decidido aprobar este tipo de candidaturas es simple, es una forma de mostrar poder y que el presidente no se equivoca, manda el mensaje de que su gestión ha exitosa y él es tan popular que puede nominar a quien él quiera, aunque los resultados muestren lo contrario, lo importante es la voz del presidente.

Por otra parte, el uso de las encuestas es una manera de pulverizar las preferencias y desactivar los conflictos, el presidente trata de demostrar que el método de la encuesta es un método democrático, pero al final es un método que se encuentra controlado desde la cúpula, incorpora a la cantidad suficiente de candidatos, lo que evita una extrema polarización y potencial conflicto, al final no es una carrera pareja, porque hay un candidato o candidata que goza de la venia presidencial, lo que garantiza control y un método eficaz para seleccionar candidatos, pero no es democrático como pretende presentarlo el régimen.

La supuesta transformación que es parte central del discurso del régimen, es en realidad una recuperación de las viejas prácticas del sistema político mexicano, un presidencialismo de corte autocrático que trata de controlar cada uno de los aspectos de la vida pública, y que trata de vender una faceta distinta sustentada en la alta aprobación del presidente y de una supuesta superioridad moral, pero en realidad, constituye un riesgo, la posibilidad  de un retroceso, el regreso de un poder político sin contrapesos, en donde la voluntad del presidente sea lo único que cuente.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor