En alusión al día mundial del corazón, hoy dedicaré este espacio a la salud mental y el corazón, una relación más estrecha de lo que podríamos pensar. El vínculo entre estos dos aspectos de la salud es compleja y multifacética, y comprenderla es esencial para brindar una atención de salud integral y efectiva. Esta estrecha relación puede ser bidireccional, es decir, los problemas cardíacos impactando la salud mental, pero también nuestra salud mental haciendo estragos en nuestro corazón.

Los problemas cardíacos como: enfermedades coronarias, insuficiencia cardíaca y arritmias, pueden tener un impacto significativo en la salud mental de una persona. El diagnóstico de una enfermedad cardíaca conlleva un duelo específico que implica una carga emocional considerable, y puede implicar experimentar ansiedad, miedo, depresión y estrés debido a la incertidumbre sobre su futuro, la necesidad de cambios en su estilo de vida y la preocupación por la mortalidad.

La rehabilitación cardíaca después de un evento cardíaco también puede ser emocionalmente desafiante. Tanto quien lo padece como sus familiares, pueden sentirse abrumados por la idea de volver a una vida normal, y esto puede afectar negativamente su salud mental. Además, la fatiga física que a menudo acompaña a los problemas cardíacos puede exacerbar los síntomas de la depresión y la ansiedad.

Por el lado de la salud mental como enfermedad primaria, también juega un papel crucial en la salud cardíaca. Padecer estrés crónico, depresión y/o la ansiedad pueden ser origen y contribuir al desarrollo de problemas cardíacos o empeorar los existentes. El estrés prolongado puede aumentar la presión arterial y la inflamación, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas. La depresión y la ansiedad pueden conducirnos a comportamientos poco saludables, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y una dieta deficiente, que son factores de riesgo para problemas cardíacos.

Otro punto importante, es que las personas con trastornos de salud mental a menudo presentan dificultades para seguir un plan de tratamiento médico adecuado y mejorar sus hábitos que no son favorables; pueden ser menos propensas a tomar sus medicamentos según lo recetado o a buscar atención médica regular, lo que puede empeorar sus problemas cardíacos.

Para abordar eficazmente la relación entre problemas cardíacos y salud mental, es esencial un enfoque integral de atención. Los profesionales de la salud debemos considerar tanto la salud física como la mental de los pacientes. Esto implica una comunicación abierta para evaluar sus preocupaciones emocionales y la posibilidad de sugerir apoyo psicológico cuando sea necesario.

La educación del paciente y la familia también es fundamental, informar a las personas sobre cómo el estrés, la depresión y la ansiedad pueden afectar su salud cardíaca y proporcionar estrategias para hacer frente a estos desafíos puede ser de gran ayuda. La mayoría de las enfermedades no se encuentran aisladas de afectaciones a la salud mental, por lo que siempre recomendaré atender nuestras emociones y pensamientos para poder entender nuestro cuerpo y contribuir de manera favorable con nuestros hábitos y conductas para una mejor salud física, la promoción de estilos de vida saludables y sobre todo la prevención de enfermedades futuras.