Sensación de nerviosismo, agitación, tensión, tener problemas para conciliar el sueño, dificultad para controlar las preocupaciones, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada, sensación de debilidad o cansancio, problemas para concentrarte o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual, temblores, miedos, pánico, … ¿te ha pasado? Se llama ansiedad y hay diferentes tipos y grados.

De acuerdo con la OMS se estima que 300 millones de adultos en todo el mundo padecen ansiedad; en México el 20% de la población adulta tiene síntomas de ansiedad severa y un 31% presenta síntomas de ansiedad mínima o en algún grado.

Estos datos colocan a la ansiedad dentro de los trastornos de mayor interés por su incremento en prevalencia e incluso combinados con depresión, son más de 615 millones de casos. Hablar de trastornos de ansiedad es importante por los padecimientos que representan, el aumento y también debido a que alcanzan su prevalencia más alta en la etapa más productiva del ser humano (entre los 25 y 45 años) lo que implica un riesgo para el desarrollo económico y para la salud pública.

Las primeras manifestaciones de los trastornos de ansiedad pueden aparecer desde la infancia y adolescencia, con una mediana a los 14 años de edad. Cada vez aparecen en edades más tempranas y lo peligroso es que únicamente un 20% de la población que los padece, busca atención con un especialista en salud mental, recurriendo antes a familiares y amigos, a la automedicación y otros servicios que no precisamente son de profesionales. Estos años de latencia en la atención con profesionales para una adecuada atención, son precisamente los años valiosos para prevenir la cronicidad, llevar una vida más productiva y bienestar en mediano y largo plazo; te voy a explicar por qué.

La ansiedad es una emoción común y universal ante lo que vivimos como algo amenazante y hay que defendernos o huir para sobrevivir. Se convierte en patología o en ansiedad mal adaptativa cuando nuestras facultades de percepción se encuentran alteradas y en lugar de llevarnos a salvo ante el peligro, detonan una serie de reacciones que interfieren en el equilibrio afectivo, cognitivo y conductual.

Esta respuesta fisiológica de ansiedad puede ser repentina, momentánea o prolongada, haciendo que encontremos diferentes tipos de trastornos y en gravedad distinta; hablando desde malestares simples hasta sensaciones de muerte inminente limitando la vida funcional, de verdad hasta caer en sensaciones de despersonalización y desrealización.

Existe diversidad de factores que pueden predisponernos en el desarrollo de estos trastornos, desde genéticos hasta nuestra capacidad para afrontar vivencias complicadas que la vida demanda. Por lo tanto, la respuesta está en la gestión de nuestras emociones, administración de nuestros pensamientos y modificación de estilos de vida ante un mundo con estímulos y demandas excesivas que no siempre es fácil de llevar a cabo solos. Disminuye tu ansiedad asistiendo a consulta con el especialista en salud mental para saber por dónde empezar, qué hacer y cómo continuar. Disminuir estigmas con información profesional salva vidas, recuerda que si te atiendes, te entiendes!