Hoy toca hablar de salud mental en el trabajo, esto es muy amplio, pero específicamente quiero referirme al burnout o también llamado “síndrome de desgaste laboral o síndrome de estar quemado”, hoy una enfermedad de trabajo reconocida por la OMS.
En México 8 de cada 10 personas hemos padecido estrés laboral desde antes de la pandemia, lo que ha hecho un llamado desde las directrices mundiales de la OMS para que adoptemos medidas concretas que aborden los problemas de salud mental en el trabajo, en conjunto con la OIT.

El síndrome de Burnout consiste en un conjunto de síntomas que se relacionan con el estrés laboral de manera crónica, dando lugar al agotamiento generalizado. Este no se presenta de manera inmediata de un día para otro, si no que va por fases:

1. Inicial o de entusiasmo: primeras señales de alarma, aunque son invisibles porque el trabajador está emocionado con su trabajo, se siente capaz y no le importa hacer más horas que las correspondientes a su jornada.

2. Estancamiento: comienza a no estar tan enérgico y bajan las perspectivas de poder realizar todo, ahora ve lo bueno y malo de su trabajo, comenzando con síntomas de ansiedad e insatisfacción.

3. Frustración: existe frustración y desilusión con el trabajo, se manifiestan comportamientos de ira que repercuten sobre los compañeros, ya no le encuentra mucho sentido a su labor.

4. Apatía: se muestra más negativo en su trato con los compañeros y usuarios, degrada incluso su profesión y existen por lo tanto más conflictos con el equipo de trabajo; puede comenzar el ausentismo.

5. Quemado: se encuentra abatido y con conflictos ya no sólo laborales, si no también personales; puede haber renuncia o despido; permanecen las emociones de tristeza, insatisfacción y negatividad.

En el transcurso de estas fases, podemos encontrar los principales síntomas, como soledad, impotencia, ansiedad, apatía hostilidad, cinismo, aislamiento, agresividad, cambios repentinos del humor, irritabilidad, baja autoestima, desmotivación, entre otros. Como es de esperarse, estos síntomas también se pueden traducir en somáticos, es decir, podemos encontrar alteraciones cardiovasculares, respiratorias, inmunológicas, musculares, digestivas y del sistema nervioso.

Esto provoca que generalmente se asista al profesional de la salud para atender las enfermedades o síntomas fisiológicos que en realidad surgieron desde las características emocionales y psicológicas que el burnout va gestando en nuestra salud, queriendo solucionar únicamente con el médico las enfermedades somáticas que pueden ser crónicas en el futuro, sin atender los antecedentes de agotamiento emocional (sentirse incapaz de responder a las demandas emocionales que el trabajo implica), a la despersonalización (dejar de estar entregado, no disfrutar) y los sentimientos de baja realización personal.

Y ¿cómo se atienden?, es indispensable hacer frente a los factores de riesgo psicosocial como la carga de trabajo, la falta de control sobre el trabajo, jornadas, condiciones de trabajo, liderazgo, entre muchos otros, lo que implica una responsabilidad de formación del personal en todos los niveles corporativos para poder prevenir riesgos y promover entornos laborales favorables. Hacer este análisis está relacionado con la NOM-035-STPS, misma que pronto comentaremos para poder entender más sobre salud mental en el trabajo, porque si te atiendes, te entiendes.